Chris J. Peake
Territorios de Yandalath

Territorios de Yandalath

Territorios de Yandalath

Los Territorios de Yandalath se extendieron por la Tierra Oscura de Elhada y la Tierra de Diurna. El continente más occidental de Mawol, en su hemisferio norte, además, contenía otra basta tierra que conocieron como los Bosques Pleuches. De ello se habla en El Tratado de Yandalath y en El Libro de las Bestias.

Los elfos de la Alta Estirpe de Yandalath arribaron a la Tierra de Aradán, a bordo de su navío, como hicieron los demás elfos al inicio de su Edad. Pero Efgo, Primero de Yandalath, decidió no quedarse allí, y domando a un poderoso dragón, ordenó a los de su estirpe que lo siguieran desde el cielo. Así, navegaron hasta la basta Tierra Oscura de Elhada, donde siempre es de noche. Los elfos de Yandalath la colonizaron de este a oeste, esclavizando a todos los hombres que allí había. Con esa mano de obra levantaron un imperio, unificando los grandes lagos por medio de canales. Su reinó prosperó, encomendado a los dioses con absoluta devoción. Efgo, obsesionado con su dominación de la noche, desató la Maldición de Erneis sobre las montañas, prohibiendo a ningún elfo de Yandalath cruzar a la Tierra de Diurna. Construyó su capital en Ortho’Morr, pero siempre ansió regresar a la Tierra de Aradán y conquistarla. Lo hizo una vez desatando las Guerras de la Sangre, pero debió regresar derrotado, aun cuando la Tierra de Aradán ya no existía. En su lugar incontables islas formaron los Reinos de Eleanor.

Efgo reinó con mano dura, y tal fue su locura, que sus hijos terminaron por traicionarlo, confinándolo en Dunottar, la Fortaleza de la Arpía. Entonces, ocurrió la llamada Escisión de Yandalath, pues dividieron la Tierra Oscura de Elhada en dos: sus hijos Örlogo y Enda fundaron la Casa de Esnas, haciendo de su capital la ciudad de Stavros; y su nieto, Sarek, fundó la Casa de Orah, quedándose Ortho’Morr. Veala, esposa de Lándaro, hijo de Efgo, decidió incumplir la prohibición, y cruzó las montañas por el mar, alcanzando la Tierra de Diurna. Allí fundó la Casa de Queralla. No eran pocos los que la siguieron, pues llegaron a conquistarla a los hombres que allí vivían. Los supervivientes de las Tribus Yukiyana y Asuuk pasaron a ser la mano de obra con que levantaran su imperio.

En el corazón de la Tierra de Queralla encontraron el Vestigio, un grandioso cráter que ya antes las tribus de hombres adoraban. Hasta allí acudieron sacerdotes, astrólogos, geólogos y otros estudiosos. Tras mucho deliberar, finalmente determinaron que aquel cráter tan solo podía ser un vestigio de las pasadas Guerras de los Dioses, durante su Edad, anterior a la de los elfos. Maravillados ante el hallazgo, construyeron, en el centro del cráter, el Templo de Un’Munar, y lo consagraron a los dioses. Era un templo excavado por completo en la roca del suelo. En torno a él levantaron Scara, la Ciudad Sagrada. La voz se corrió y todos los elfos de Yandalath considerarían el lugar sacro desde entonces.

Las Islas de Dei’Gol, que hasta ahora habían acogido a las Tribus Bammok, fueron ocupadas por los autoproclamados diurnos, los elfos de Yandalath que ya estaban en la Tierra de Diurna antes de la Escisión de Yandlath. Fueron todos aquellos que quedaron al sur de las Montañas de Erneis antes de que Efgo las maldijera, por aquel entonces exiliados y renegados. Tras tanto tiempo separados de los demás elfos de Yandalath, los diurnos huyeron a las Islas de Dei’Gol ante la invasión de Queralla, formando cinco reinos independientes, que no tardaron en entrar en disputa. Estalló entonces la Guerra Civil de Dei’Gol, que la Casa de Queralla aprovechó, también, para conquistar las islas. La ocupación duró por los siguientes 15.000 años, pero finalmente la Reina Veala les devolvería su libertad y la traición sería perdonada. Desde entonces, los diurnos formaron cuatro reinos federados, en una paz duradera entre ellos.

La paz entre las tres casas duró mucho, pero terminó por arruinarse. Entre las muchas disputas que fueron surgiendo entre las Casas de Orah y de Esnas, la mayor de todas fue el gobierno de Dunottar, donde estaba encerrado Efgo, y que caía en territorio de Esnas. El conflicto bélico duró unos 6.000 años, lo llamaron la Guerra de Yandalath, y la Tierra Oscura de Elhada no sería la misma desde entonces. La Casa de Esnas, resultó derrotada, pero Sarek le permitió a sus tíos mantener los territorios al sur de las Montañas Nithias. Perdieron el Lago de Anides y el de Oloriath, y la ciudad de Duluth quedó reducida a ruinas. Acordaron que los territorios perdidos al este del Lago de Anides formarían la Marca de Amara, que no le pertenecería a ninguna de las dos Casas. Así, Dunottar pasó a ser gobernada por cada una de ellas por periodos de 5.000 años.

Durante la guerra, la Casa de Queralla invadió las Islas de Ïbrini y las Islas Oscuras. La ocupación duró unos 5.000 años, hasta que, durante la Guerra por las Islas Interiores, Esnas y Orah se aliaron para recuperarlas. La guerra no escaló a un conflicto mayor, que habría sido devastador para todos, y la Casa de Queralla debió ceder ambos archipiélagos. Las Islas Ïbrini quedaron bajo gobierno de la Casa de Orah, mientras que las Islas Oscuras fueron reconocidas un estado independiente, sujeto a la protección de la Casa de Esnas, siempre que les juraran lealtad.

Entonces ocurrió el Gran Cataclismo. La faz de Mawol cambió, modificando toda su cartografía. El Continente de Ülathar surgió de las profundidades, obligando a los Reinos Elfos de Eleanor a navegar a la deriva, hacia las costas de la Tierra de Diurna. Aquello conmocionó a todos, sus enemigos ancestrales ahora se hallaban a escasa distancia. El movimiento de tierra que azotó al mundo hizo temblar los cimientos de todas las ciudades en los Territorios de Yandalath, pero se recuperaron. Los ejércitos se reamaron y se dispusieron para la guerra. La Bahía de Longomar albergó a la poderosa flota de la Casa de Orah, que prometieron navegar junto a la Casa de Queralla hacia los Reinos de Eleanor, pero no lo hicieron. La Reina Veala navegó sola hacia allí, perdiendo la vida en el intento. Y cuando sus ejércitos regresaron, desmoralizados, se encontraron con la Tierra de Diurna ocupada. Los de Orah la habían invadido, dominando casi todas sus plazas, como la ciudad de Envriare, donde yacía el Trono de Envriare, condición para el reclamo a la Casa de Queralla. Al quedar vacío, Essirah, hija de la Reina Veala, debió partir al exilio con los que pudieron seguirla. Cruzaron el Espinazo y ocuparon los Bosques Teleuches, expulsando a las Tribus Nuubka.

Las únicas que quedaron libres del yugo de la Casa de Orah fueron la ciudad de Lithia y la de Scara, que logró mantener libre todo el Vestigio. Ambas formarían ciudades-estado independientes desde entonces. Scara, permanecería siendo un lugar sagrado para los elfos de Orah también. Su libertad fue bajo el juramento de obedecer numerosas leyes que jamás cumplieron. Con el gobierno de gran parte del continente, Sarek, Rey de Orah, amenazó de forma perpetua a los Reinos de Eleanor. Llegó incluso a atacarlos causando la Guerra de los Reyes, pero jamás lograría conquistar el archipiélago. Los elfos de Eleanor, ante la amenaza que les suponían los de Yandalath, levantaron una poderosa tormenta alrededor de las islas, protegiéndolos incansablemente. Eso no impediría a Sarek atacar una segunda vez, provocando las Guerras de la Magia, donde resultaría finalmente muerto bajo la espada del Rey Alkar, Señor de Todos los Elfos. Desde entonces el Rey de la Casa de Orah fue Ssaraco, nieto de Sarek.

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